Histórico | octubre, 2011

Los pájaros de San José

17 oct

Me gustan los títulos retóricos, no puedo evitarlo. Para quien no lo haya adivinado esto va de pájaros carpinteros. En España viven siete especies, en la Comunidad de Madrid cinco y en Madrid capital dos: el pico picapinos (Dendrocopos major) y el pito real (Picus viridis), que están muy presentes en nuestro barrio. Esporádicamente pueden verse otras especies, pero es raro.

Empezamos por el último. El pito real es un pájaro del tamaño de una corneja, verde -de ahí su nombre científico- con  llamativo capirote rojo y bigotera del miso color en los machos y negra en las hembras. Es, con diferencia, el carpintero más fácil de ver por su carácter confiado y su costumbre de descender al suelo en busca de hormigas, su alimento favorito. Se le puede ver en casi todos los parques de Madrid. La Bombilla y el Parque del Oeste cuentan con una nutrida población de esta especie.  Sin ir más lejos, sobre el césped detrás del Fernández Moratín se ve con frecuencia, saltando con las patitas juntas y su gran pico buscando comida.

Pito real macho en el Parque de la Bombilla

Al final del verano también pueden verse juveniles de esta especie, acompañados por adultos, a la vera del río. Es el carpintero más adaptado a sotos fluviales, huertos y parques, en los que encuentra árboles de madera blanda en los que hacer su nido, y comida.

Pito real sobre acacia junto al Moratín

Pito real sobre acacia junto al Moratín

Pasemos ahora a la otra especie del barrio, el pico picapinos. Es de tamaño algo  menor que el pito real. Su dorso es negro, con dos bandas blancas a ambos lados, y pintas también blancas. El vientre, la garganta y lados de la cara son blancos. Finalmente, el vientre es rojo o rosáceo y la nuca es roja en los machos y blanca en las hembras.

Sus costumbres también difieren algo del pito real. Así, siempre se le ve sobre troncos o ramas, no en el suelo. Habita bosques de todo tipo y en la Comunidad de Madrid ocupa desde los pinares de la sierra a las choperas junto a los ríos del sur. En nuestro barrio, dónde es más escaso que el pito real, es más fácil verlo en la Casa de Campo que en otros parques. Los grandes pinos alrededor del depósito de agua, al norte de la carretera del Garabitas, son un buen sitio para observarlo.

Aunque tampoco hace falta ir hasta allí. Junto al río, en el cruce de Ribera del Manzanares con Santa Comba, en un “viejo” chopo, hay un nido de Pico Picapinos, el de la foto, tomada el pasado mes de junio. Está en la entrada a su nido, tapado por las hojas.

Pico picapinos junto a su nido en la Ribera del Manzanares

Pico picapinos junto a su nido en la Ribera del Manzanares

 Unas semanas más tarde este individuo, o su hembra, montaba un escándalo para atraer la atención de un gato que estaba al otro lado de la calle. Se puso en un árbol cerca del gato, en una rama baja, y “gritó” a la par que se alejaba de árbol en árbol, cada vez más lejos de su nido. Cuando consideró que el gato estaba lo suficientemente lejos de sus hijos, se marchó. Esta maniobra para distraer a los depredadores es común en muchas especies de aves.

Y hasta aquí el post de los pájaros carpinteros del barrio. Personalmente, la capacidad de estas aves para horadar los troncos y hacer su casa dentro sigue fascinándome como cuando era niño.

En otoño el barrio cambia su color

15 oct

otoño

Acacia de otoño

No es tan evidente pensar que un barrio de una gran ciudad pueda mudar su color con las estaciones del año. De hecho en la mayoría de los barrios de Madrid sería difícil adivinar en qué estación del año estás simplemente dando un paseo por sus calles, ya que no veríamos vegetación que lo atestigüe. En nuestro barrio las estaciones del año son muy evidentes por la cantidad de arboleda que lo puebla.

En esta época los tonos verdes dan paso a los amarillos y ocres, con distintos grados de evolución según la especie vegetal. Este otoño está tardando en venir, parece que el verano y sus temperaturas no nos quieren dejar, y por ello el proceso de cambio de color y caida de la hoja en los árboles caducifolios se retrasa.

De momento los más avanzados son los Castaños de Indias que ya tienen la hoja marrón y “preparada para volar”, después van los fresnos y las acacias, con distintos tonos de verdes y amarillos. Los más retrasados son los álamos, que apenas muestran signos de flaqueza.

Los mejores sitios para visualizar el otoño en el barrio son la ribera del rio y el parque de la bombilla; en la Casa de Campo también pero menos. Se ve  en los caminos y riberas de arroyos con árboles de hoja caduca, por ejemplo en dirección al lago, ya que en la gran masa boscosa predomina el pino piñonero y la encina, que lucen la misma “vestimenta” todo el año.

Para algunos el otoño es preludio de melancolía, para otros es un respiro después de tanto calor del verano, para los más es una vuelta a la rutina después de una temporada de vacaciones, la vuelta al cole para los niños, etc.

En nuestro barrio el otoño aparte de mudar el aspecto  de nuestros árboles, se supone que se tiene que notar en el nivel del agua del río porque en teoría empiezan las primeras lluvias y baja el agua con fuerza de la sierra. Y digo en teoría porque este año está siendo muy atípico y a estas alturas no tenemos ni lluvia ni frío, para que luego digan algunos que eso del cambio climático es sólo un invento de los ecologistas radicales.
Parece que el verano quisiera perpetuarse, como en el poema que comparto a continuación para acabar mi post, de uno de mis poetas favoritos, Angel González:

El Otoño Se Acerca

El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.

Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.

Y lo perdimos para siempre.

(Angel González)